domingo, 3 de enero de 2016

L@S PREFIERO INDISCIPLINAD@S



Disciplina. Bonita palabra. Un vocablo que escucharemos a lo largo de toda nuestra carrera docente (si es que ese momento llega algún día). Yo ya la escuchaba cuando iba al instituto. “No tenéis disciplina ninguna”, nos decían. “Antes éramos más disciplinados”, también lo oía mucho. Es curioso que ahora nosotr@s pensemos eso mismo de nuestr@s futur@s alumn@s.

Disciplina. El término en sí se utiliza con un carácter positivo. Ser disciplinado es lo ideal, al parecer, así que, como futur@s docentes debemos tener en cuenta que buena parte de nuestro trabajo será el de disciplinar. ¿Sabéis lo que significa disciplinar? Según dice la RAE, significa “imponer, hacer guardar la disciplina”. Foucault consideraba que la disciplina era un “micropoder” y utilizaba este término de manera negativa. La disciplina no es otra cosa que el largo listado de normas que debemos respetar e interiorizar. Esto se va haciendo de manera inconsciente.
 

Nuestr@s alumn@s tienen que ir todos los días a clase, entrar y salir a unas horas determinadas, tienen que ser silenciosos y ordenados, levantar la mano cuando el profesor pasa lista, estar sentado seis horas en una silla sin dar muestra alguna de aburrimiento (yo aún no he conseguido descubrir cómo hacer eso), hacer deberes, muchos deberes. Deberes sinsentido las más de las veces. No olvidemos hacer exámenes. Y si hay algún problema, en lugar de hablar, recurrimos al castigo. Y todo esto ¿para qué? ¡Oh, sí! Para que sean ciudadan@s responsables. Un/a ciudadan@ responsable siempre debe ser obediente, disciplinad@ en definitiva. Esto solo es una parte, claro. El ciudadan@ ideal debe ser disciplinad@ a la vez que crític@.

Ciudadan@s responsables. Eso queremos que sean nuestr@s alumn@s. Queremos enseñarles valores, que piensen por sí mismos. La Historia, la Geografía y la Historia del Arte deben servir para eso. De hecho, estas asignaturas son las idóneas para tal fin. Ahora bien, no es la primera vez que escucho que “un/a profesor/a no debe dejar traslucir su ideología en el aula”.

Ayer, tras el pequeño debate que tuvimos en clase de Bases y Fundamentos, me quedé pensando: ¿de verdad alguien cree que eso es posible? ¿Alguien piensa que es posible dar Historia de manera totalmente aséptica, narrar acontecimientos sin más, y al mismo tiempo enseñar a l@s alumn@s a ser crític@s? Tengamos en cuenta que “ideología” no es solo ser de derechas o de izquierdas, y que dar tu opinión siendo docente no es sinónimo de adoctrinar.

Pongamos, a modo de ejemplo, que estamos dando el tema del imperialismo en clase. Es un buen tema para hacer pensar a nuestr@s alumn@s sobre el racismo y la explotación. Ahora bien, se supone que no debemos dejar traslucir nuestra ideología, pero también se supone que queremos formar a ciudadan@s contrarios al racismo. ¿Cómo es posible hacer esas dos cosas? Ya contesto yo: no es posible. Desde el momento en el que abras la boca estarás transmitiéndoles lo que consideras importante que sepan, estarás lanzándoles mensajes, más o menos sutiles, para guiarles hacia el rechazo del racismo, por tanto, estás dejando traslucir tu ideología. Podríamos poner otro ejemplo. La mujer y el trabajo. Imaginemos que, en ese proceso en el que l@s alumn@s deben aprender a ser críticos y a razonar, un/a de ell@s llega a la conclusión de que, si las mujeres no se hubiesen incorporado al mundo laboral, ahora en España no habría tanto paro y habría más familias percibiendo al menos un sueldo. No es tan raro. Hay mucha gente que defiende esta postura, lamentablemente. Bien, ¿qué le diremos a nuestr@ alumn@? Contestemos lo que contestemos, estaremos dejando traslucir nuestra ideología en clase.

Pero ahora, vayamos más allá. Queremos enseñar a nuestr@s alumn@s a ser crític@s. Queremos que adquieran conciencia social, que defiendan la igualdad, que rechacen el racismo, el machismo y la explotación. Cuando estemos haciendo eso, ¿les diremos que su ropa, comprada a las grandes multinacionales del textil, la hacen en Bangladesh personas que reciben un sueldo mísero que no les da para vivir? ¿Les diremos cómo les afectan las reformas laborales y los recortes? ¿Les enseñaremos a ser inconformistas o a no rebelarse bajo ningún concepto? ¿Les enseñaremos que la indisciplina no es ser irrespetuoso o maleducado? ¿Les contaremos que hay leyes injustas? ¿Les enseñaremos a distinguir, de manera responsable y razonada, cuándo es necesario ser indisciplinad@s? ¿Les enseñaremos a ser consecuentes y razonables tomando la Historia como base? ¿Estaría bien decirles que no siempre deben obedecer?
 

La verdadera disciplina no se impone. Sólo puede venir del interior de nosotros mismos.
Dalai Lama.
 
Mª Carmen Cubero Izquierdo