domingo, 3 de enero de 2016

¿POR QUÉ NO EMPATIZAMOS IGUAL CON ESTA NOTICIA QUE CON LO SUCEDIDO EN PARIS?



Tras los atentados del viernes pasado, París se ha convertido en el epicentro mediático. Tanto a nivel informativo, como por las muestras de solidaridad, el mundo se ha volcado con el pueblo francés; pero ¿Por qué esas muestras de afecto no se dan tanto hacia los refugiados y las refugiadas sirios/as? ¿o aquellos/as que conviven día a día con el horror de la guerra?
Ante estas cuestiones, he llegado a la conclusión de que una de las razones se debe a la educación eurocéntrica. Una educación eurocéntrica que nos impide ver más allá de las fronteras europeas que nos es otorgada. Lo que nos otorgada y nos hace hipócritas a la fuerza.
El modelo de enseñanza actual se basa en la transmisión de conocimientos ya fabricados, listos para su consumo en las aulas, es una enseñanza reproductora de la ideología dominante, porque encierra la visión del mundo de la clase social preponderante y de los intereses de la sociedad capitalista en que se produce. Por tanto, el modelo de currículum tradicional reproduce, a través de sus conocimientos y procesos curriculares, las injusticias sociales y los mecanismos de exclusión social propios del sistema capitalista.

Es decir, las elites reproducen la ideología social dominante a través de la selección de los contenidos y creencias a transmitir. Los estudios en torno a esta disciplina sitúan a la escuela dentro del conjunto de instituciones sociales que legitiman (mediante sus procesos de producción de conocimiento) el régimen económico de la sociedad y por consiguiente, la cultura hegemónica.
Con todo esto quiero resaltar que aún no hemos superado el eurocentrismo vigente. Empezamos a estudiar la historia de África asociada a las políticas imperialistas de los europeos. Del mismo modo ocurre con la historia de India u otros entornos colonizados.
Ese desconocimiento impide una mayor empatía con los contextos extra europeos ya que no se conocen el origen de estos conflictos y porque el currículum no aborda estos contenidos. Los estudiantes no conocen el conflicto de Israel y Palestina, así como tampoco lo que sucede en Líbano, Irak. Etc. Como bien decía Hobsbawm, “necesitamos historiadores que trabajen por ellos, que los fomenten, precisamente porque en nuestra espantosa centuria el nacionalismo reaccionario y retrógrado se convirtió, en manos de políticos y fanáticos, en un instrumento sumamente peligroso, capaz de acabar con la civilización. Si no somos capaces de contrarrestar el abuso y la manipulación de la historia y el peligro mortal que, con frecuencia, éstos traen aparejados en nuestros días, ¿no somos parcialmente responsables de lo que ocurra?”.
En conclusión, la masacre del pasado viernes en la capital francesa es un acto tan criminal como el bombardeo diario de civiles en terceros países, bajo el signo de la defensa de las libertades. Esta situación, como la anterior, son violaciones gravísimas a los derechos humanos, que solo sirven a unos fines geoestratégicos determinados, más que a cuestiones relacionadas con la defensa de la democracia u otras.

En palabras de Taibo “los medios de incomunicación, quieren obligarnos a creer que el enemigo en cuestión ha salido de la nada: es producto de la irracional y caprichosa de un grupo de clérigos fanáticos. Nada tiene que ver, en cambio, con codicias petroleras, negocios armamentísticos, estrategias imperiales, gendarmes regionales, dictaduras familiares y monarquías teocráticas. Basta con incorporar a Rusia, y al filántropo sirio, al teatro que han perfilado Washington, Bruselas, Tel Aviv y la OTAN”.



Lorena Gallego García